El pasado Jueves 13 de Noviembre de 2014 tuve la oportunidad de poder asistir a la exposición Big Bang Data en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, conocido también por sus siglas CCCB. Esta exposición nos era perfecta a mi y a mis compañeras para encarar la exposición que comenté en la entrada anterior sobre el fenómeno Big Data. Yo no pude asistir antes de realizar la exposición por motivos personales pero igualmente opté por asistir en cuanto pude para poder observar por mi misma todo aquello que exponían y que me habían explicado algunas compañeras por encima.
Tal y como indica el nombre, la exposición se centraba en la actual explosión de datos con la que nos encontramos, la cuál crece desenfrenadamente y no se le puede prever un fin. En general, a lo largo de ésta se podía ver el resultado de la exploración que han hecho sobre los efectos de la datificación del mundo. Yo me quedé con dos ejemplos, uno positivo y otro negativo que nombraban como efectos: por un lado el positivo, hacían referencia a que mediante la explotación de estos datos se pueden encontrar maneras de resolver problemas (ciencia, política, sociedad), y se podría utilizar este fenómeno como elemento central para promover una democracia más participativa. Por otro lado, hacían referencia a modo negativo el hecho de que éste fenómeno puede utilizarse como arma para obtener y mantener un estado de vigilancia, en el cual se haga una mercantilización de la intimidad. Nuestras acciones dejan huellas digitales en las que quedan plasmados nuestros deseos, miedos y esperanzas.
Uno de los aspectos que me llamó la atención fue la exposición de manera cronológica de diversos aparatos tecnológicos. No recuerdo con precisión con cual empezaban y con cual acababan, pero me hizo pensar en que realmente la tecnología avanza a pasos agigantados. Uno de los objetos que habían era un disquet, que yo recuerdo que lo había llegado a utilizar a principios de la ESO para guardar algún trabajo en Word de un tamaño muy pequeño, ya que su capacidad tampoco daba para gran cosa, y actualmente, a menos de 10 años de diferencia, suelo utilizar un pen drive de 8 GB, dónde almaceno todos aquellos documentos y trabajos que hago y utilizo durante el año. Y una vez finalizado el curso, paso todos los documentos a un disco duro externo de 1 TB.
También me impactó cuando leí que en el año 2002 existía más información en el mundo que estuviera almacenada en formato digital que no en soportes analógicos, es algo que demuestra la gran cantidad de volumen de datos que existe, un tamaño, para mi al menos, inimaginable de manera física.
Realmente, me llamaron la atención muchas de las cosas expuestas, eran muy interesantes y entendibles: la visualización de las compras hechas con tarjeta del banco BBVA; visualización en tiempo real del movimiento de barcos en los puertos; un sistema de seguimiento de vuelos que proporcionaba información en tiempo real sobre los aviones; un pasillo repleto por los lados de fotografías para recrear la realidad virtual, la cantidad de imágenes que existen en la red...
Pero hubo algo que me captó con diferencia, y era el espacio pequeño dónde hablaban, de lo ya nombrado anteriormente la mercantilización de la intimidad, que ellos nombraban la mercantilización del "yo". Exponían que tenemos como la necesidad de medir todo lo que hacemos desde siempre, pero que a diferencia de hace años, este hecho podía verse como una obsesión extrema y hoy en día es una práctica cotidiana. En las plataformas sociales podemos llegar a tener registradas todas nuestras preferencias personales con total precisión y sin privacidad. Estos nos convierte en un producto y a los datos que generamos en una mercancía con la que comercializar, que a la vez hace posible la existencia de un estado de vigilancia.
Por mi vergüenza y la cantidad de gente que había en ese momento no pude realizar un selfie y no quería pedirle a alguien que me hiciera una foto, así que para finalizar, os muestro varias fotografías que he elegido de las que realicé. La primera (arriba, a la izquierda) es una instalación audiovisual que está compuesta por fragmentos de más de 5.000 diarios personales descargados de Internet. La segunda (arriba, a la derecha) es una visualización que muestra los lugares de Barcelona que son más visitados por los turistas Rusos. La tercera y última, la de abajo, muestra la entrada de la exposición.